Sentado tras un árbol pero mirando hacia adelante,
con los ojos clavados en el troncos, en las raíces y en la
gente circundante,
vi a algunos que pasaron apurados y a otros que pasaron
lento,
unos iban en bicicleta, otros iban con sus perros,
solos o con niños,
pero todos parecían obviar aquel momento:
eran observados, eran parte de las ramas y adornos de los
arboles viejos.
Me quise quedar pero estaba anocheciendo, me fui lento reusándome
a alejarme de ellos, y pude ver como los
arboles me miraban de reojo, sabían que me transformaría en uno más de ellos.
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