Me perdí, me bañé en tu nombre juvenil, y
aun pequeño como una aguja me pinché y me desangré hasta vivir… sí, eso dije
“vivir” pues no pudo existir mejor momento para aparentar muerte y saltar del
destino para hendir mi espada en lo que creían era el fin, y vivo, renovado por
sus cálidos abrazos, ella me canta la nana del encuentro no programado… Salto
desde la tanquedad al calor del cambio y
estás surcando en ti misma el nombre del rió blanco, y desaparezco, me ahogo en
hermosa felicidad, un rato en el agua no me hará mal, le dije a mi ingenuo
interlocutor, y lo maté y nunca fui más feliz. En su agonía me dio las gracias
y la miró a la cara… la gran muerte ocurrió, todos rieron, fue un gran festín.
Un abrazo de días me hizo caer a su encuentro…. Caí brevemente en mi rió
favorito y mientras lo hacía, su rostro me decía: Bienvenido del cielo , y
luego me hundí en el profundo y precioso sueño.
Ahogándome en el rió de su cuerpo, bañándome en las riveras del miedo, me vestí de caballero... tomé mis armas y sali reluciendo una armadura de fuego... mis ojos eran penetrantes, mi voz casi una tormenta (no me reconocí) y ella al final, y ella al principio, y ella en todas partes... ella en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario