Y surqué las aguas con sombrero polvoriento, una especie de de bote me llevaba a algún lugar, y sobre el lago, niebla inexorable, sobre mí y sobre ti quizás.
Aguas de dos mundos, niebla de mi cabeza, llueve como cenizas de una gran boca humeante en el cráter de una idea, y sobre eso, bajo aquello, sobre todo, el miedo, el terrible miedo, con una cola tan larga que deja siempre la puerta abierta, y cuidado, que entre la niebla aparecen demonios peores, se escabullen, y solo ves sus ojos, brillantes, entre la incertidumbre, el mundo estático, se quedo perdido, "espantado".
Mi amada y odiada niebla
Entre la niebla me perdí, jamas imagine que me perdería de este modo, caminando, nadando en mi bote, sumergido hasta el cuello de fantasmas bestiales entre mis manos, dedos extraños, dedos extrañados y entre mis ojos, agua que no era de mal, ni de reír, ni re rió, ni de un salado mar.
Con la niebla hasta mis ojos y el agua hasta el cuello, ver me era difícil, sentir era complejo y cuando arribé a la costa del deseo, dádiva fuiste en tu absoluto silencio, entregado al presente que no era un regalo, me obsequiaste lo que te pedí sin mediar vocablo y no quise aceptarlo, y no quise recibir lo dado, y de pronto en la niebla estuve abandonado.
Arribé, tan rápido que me caí de bruces, y sentí la tierra, llena de regalos agridulces, la sangre que de mi mano corría libre era la señal de mis fantasmas que habitaban el lago. Después de ver brillar un sol por cuatro edades, se apagó para mí. Tinieblas. Manglares. ¡Me di cuenta tarde! , el sol se apagó, me congeló, la niebla viene corriendo a raudales.
Niebla, amada y odiada niebla, escondido entre tus brazos y asfixiado con tus manos.
Mar, precioso te miro desde lejos, desde cerca me hundes en los recuerdos
Ojos, pozos de ingenuos, caídas libres y tumbas de faraones un poquito eternos.
Espérenme en la vida de quinto sol, todos juntos, contigo Yin y Yang los dos.
Luna y sol, bien y mal, niebla y luz, pero es tarde, pero. Pero nada más.
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