inquilino perpetuo,
estómago que precede al siguiente.
Del temblor matutino entregose el miedo callado,
roedor de los durmientes,
tren que se descarrila en los arrabales.
Del rayo fulgurante escapóse el trueno impertinente,
potente voz de lo que fue,
fantasma de la luz muerta.
y de todos,
anúnciese que ha llegado mi tormenta.